No puede menos que turbarme el ánimo observar estos días aciagos donde la proximidad de una gran conflagración agita los corazones de los seres humanos y los hace palidecer. Hoy le toca a Siria sufrir estos terribles flagelos [Este artículo he escrito a finales de agosto, cuando la tensión en Siria estaba en su punto máximo], pero mañana pueden golpear nuestras puertas. Es inevitable preguntarse por qué el hombre actúa de esta forma, ¿Es así por naturaleza o la estructura social le condiciona a desarrollar estas conductas destructivas?, ¿La sociedad determina al hombre o es éste quien ha dado forma al entorno social a su imagen y semejanza?